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Soy María del Rosario Goñi. Licenciada en crítica de artes, egresada de la Universidad Nacional de las Artes. Me especializo en Teatro. Bienvenidos a mi blog.

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Teatro

Ecos de Kafka

octubre 27, 2025
7 veces leido

De solitarios y soledades. Dramaturgia y dirección de Fabián Asís. Con Sabrina Cauhepé, Nicolás Pérez, Violeta Trevisán, Guillermo Giudice, Marcela Nuñez, Rodrigo Atencio, Mariana Barberis y Fabián Asís. En Artó Cultural. Calle 54 nro. 688 entre 8 y 9 La Plata. Funciones: sábado 25 de octubre de 2025, 19 y 21 horas.

De solitarios y soledades puede leerse como una variación moderna de una estructura distópica y angustiante de la existencia humana. Seres oprimidos en una espiral regida por la tiranía del tiempo y por el implacable dominio de las exigencias sociales. Pensamientos recurrentes de hastío y desesperación atraviesa la trama. Y la presencia, siempre latente, de una soledad que no da tregua y espera paciente que los sufrientes acudan a ella por necesidad.

Cinco personajes encarnan la figura del individuo moderno, subsumidos por una maquinaria perversa llamada sociedad capitalista. El tiempo rige los destinos de quienes son sus eslabones, con implacable determinación. Así la impuntualidad es considerada una falla en el sistema. El tiempo, amo y señor de nuestros destinos, es arbitrario. Un encuentro que no se concertó, es un destiempo que nos distancia. Acecha la soledad como una presencia espectral que sabe que ganará la partida, al final de cuentas. El hombre está destinado a su completo aislamiento. Solía contar Víctor Frankl que para El hombre en busca de sentido: “Vivir es sufrir; sobrevivir es hallarle sentido al sufrimiento”. Estos personajes torturados monologan, mediante reflexiones solitarias y atormentadas, sobre tópicos que nos embargan a cada ser social. El destiempo como desfase, la soledad como carencia, el acto de pedir perdón en tanto falencia, el sentido como regente y el caos como consuelo.

A propósito de ello, Franz Kafka, uno de los escritores que mejor habitó la incomprensión social de su tiempo ha expresado en sus Diarios: “La vida consiste en la eterna esperanza de escapar de la opresión, pero cada intento nos hunde más en ella”. En sintonía, la puesta escénica propone pensar(nos) como habitantes de un tiempo cruel y sometidos a fuerzas invisibles representadas por dos alegorías: la soledad y la inocencia. Un oxímoron de fuerzas omnipresentes socavan al ser humano. Violeta Trevisán interpreta a la enigmática alegoría de la soledad. Sin velos ni eufemismos profiere discursos provocadores que interpelan al auditorio. Se burla con cinismo del humano en completa desesperación y sabe que acudirán a su cobijo. Sin embargo, la esperanza va de la mano de la alegoría de la inocencia. Su intérprete es Guillermo Giudice, quien permanece sin voz durante el transcurso de la obra. En los márgenes y en el suelo, todo lo observa, curiosea, aprende, juega y se cuestiona. Este personaje crece hacia el final de obra y se apropia de una voz que estuvo silente. Y mediante la burla desactiva al miedo embriagador de la soledad porque, casi siempre, el humor abre una rendija por donde escapa el peso del dolor.

La escenografía y vestuario a cargo de Micaela Posteraro sitúan con eficacia a la escena en un lugar y tiempos no determinados. Como una dimensión apocalíptica, con telarañas y telas ajadas, pero manteniendo algunos objetos reales como reminiscencias de un tiempo pasado. El vestuario se corresponde con la identidad de cada personaje. Se aprecian grandiosos los diseños dados a las alegorías con predominio de lo etéreo, lo voluptuoso y lo indeterminado al igual que el maquillaje con estilo gótico. El desafío de la dirección consiste en traducir los pensamientos caóticos humanos mediante el lenguaje teatral. Algo que se constata sobradamente logrado.

Las resonancias al escriba del absurdo acontece al cuestionarse De solitarios y soledades los tópicos que fueron constantes en la trayectoria kafkiana. El individuo aislado e incómodo ante un entorno que no remite pertenencia. La desesperación por “encajar”. La necesidad de ser querido y amar. La soledad como vector de opresión. De esta manera, la lógica expuesta se convierte en instrumento del absurdo. Pese a ello, la obra rescata la esperanza en tanto el humor desactiva la carga semántica del dolor, vuelve signo lo que era herida.

Crédito de fotos: gentileza de obra.

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