
Una mujer vacía
La Señora Macbeth, adaptación de Griselda Gambaro. Dirigida por Celeste Ré. Con Cynthia Pierce, Juan Felipe Hernandorena, Luciano Guglielmino. En el Teatro Estudio calle 3 N°386 e/ 39 y 40 La Plata. Funciones: sábados 12, 19 y 26 de agosto de 2023, 21 horas.
La versión que Celeste Ré propone de La Señora Macbeth de Griselda Gambaro, a la luz del texto canónico de William Shakespeare, aborda el universo del poder y la cuestión de género desde la conciencia de la feminidad. Este será el prisma con el cual se permite descomponer la conciencia de un personaje complejo, atribulado, solitario y confundido que llevará a cabo las tragedias más aberrantes y sanguinarias. Presa de un amor desmedido, justificará la concreción de los pecados capitales de soberbia, ira y envidia. Sobre la base de un texto clásico, que admite múltiples interpretaciones, la versión de Ré se destacará por enfatizar la perturbación de una mujer que en plena soledad excusa sus acciones por amor y locura.
En la pieza teatral se construye una poética vinculada al teatro político que será el gran espejo refractario sobre el que mirar (se) tanto adentro como afuera del teatro. La trama se articula en tiempos de inestabilidad política y varios candidatos se disputan el poder haciendo uso de cualquier recurso, incluso, aquéllos deplorables. En ese contexto una mujer espera la llegada de su marido, un valeroso noble y militar que está dando batalla. La noche augura presagios de muerte y la tragedia se desatará. El Rey ha muerto en manos de Macbeth y éste portará a partir de entonces una corona bañada de sangre y codicia. Su mujer será la voz que se escucha en un reino que carece de valores y promoverá los avatares trágicos del relato.
Juan Felipe Hernandorena pone cuerpo a la señora Macbeth. Desde su personaje construye un verosímil que apela explícitamente a la convención para la caracterización externa de una mujer al desnudo, descarnada y pueril, como su marido le refiere. Se transgreden las reglas de género en clara alusión a lo que la representación dramática posibilita desde el constructo teatral. Su ingreso a escena es precedido por un despojamiento de vestuario, que se mantendrá durante todo el desarrollo de la obra, portando solo: unas botas, un corsé y un miriñaque. La enorme capacidad de transformación del actor en escena se hace evidente a través de un discurso extenso y complejo del que se apropia orgánicamente. Los climas dramáticos que transita se reflejan con sobrados recursos actorales.
En esta versión, las tres brujas del texto clásico son reducidas a solo una, interpretada por Luciano Guglielmin. Ella encarnará la voz de la conciencia de la señora, será además quien narre la información faltante fruto de la acción que se desarrolla y opine al respecto en términos metateatrales, en la función de comentador estético. Su actuación bufonesca adopta el humor de la obra, el cual, a pesar de la tragedia, es explotado magistralmente. Por otro lado, Cynthia Pierce asume el papel de Banquo, siendo indispensable la presencia del fantasma shakesperiano, que emerge para representar la conciencia y la culpa.
Los procedimientos épicos de la narrativa (según la perspectiva de Bertolt Brecht) se suman a la puesta en escena, revelando los artificios teatrales. De esta manera, la maquinaria de percusión es puesta de relieve en el escenario operada por la actriz Cynthia Pierce. En el proscenio se ancla un trono que representa el poder y cumple además funciones de tarima para dar discursos al pueblo con la capacidad de desarmarse cuando el declive de la derrota se aproxima. El trabajo de dirección apela al grotesco y utiliza procedimientos vanguardistas con una decidida intención de revelar la construcción de las situaciones dramáticas: “Yo no pienso nada, se lo dejo a Macbeth que lo hace por los dos” dirá la mujer vacía. A modo de un espejo deforme, por vía de la anamorfosis, la obra “refleja” la realidad política cotidiana a través de la óptica intemporal del escritor británico, reversionada por la aguda mirada Gambaro.